
Glaucoma
El glaucoma es la segunda causa de ceguera irreversible en el mundo. Es una enfermedad degenerativa, silenciosa, que va alterando al nervio óptico provocado por la pérdida progresiva de las fibras nerviosas de la retina. Todo ello sin que el paciente apenas lo perciba, sobre todo en las primeras fases de la enfermedad.
Existen varios tipos de glaucoma, cada uno de los cuales tiene un origen y una evolución diferentes, aunque la mayor parte de los casos se corresponde al llamado glaucoma crónico primario o glaucoma de ángulo abierto.
Causas
Aunque no es el único, el factor genético es, en la actalidad, el más de investigación. El 90% de los factores que originan la enfermedad son primarios, lo que quiere decir que normalmente se puede observar la aparición de la enfermedad en líneas familiares que ya lo han padecido con anterioridad.
Otro de los principales factores que puede influir en la aparición de un glaucoma es la presión intraocular alta, aunque no existe una correlación exacta entre glaucoma y presión intraocular, pues algunas personas pueden desarrollar la enfermedad con cifras de presión intraocular consideradas normales (glaucoma de baja tensión) y, sin embargo, en otras ocasiones existen altos valores de presión sin que se produzca ninguna repercusión patológica ocular.
La presión arterial alta no tiene que ver necesariamente con la presión intraocular elevada, si bien es cierto que existe una teoría vascular que analiza cómo el flujo sanguíneo llega al globo ocular y su posible influencia en el aumento de presión.
Síntomas
Se trata de una enfermedad que se manifiesta cuando yá se encuentra en un estado bastante avanzado de su evolución, con defectos en el campo visual y pérdida de visión, aunque generalmente los síntomas suelen ser muy difusos. Algunos pacientes refieren la visión nublada o con halos, si bien lo más común es que al principio se pierda la visión periférica, como si la persona mirase a través de un tubo. Llegados a este punto, la ceguera puede llegar de repente y sin previo aviso.
La apreciación de los síntomas se realiza mediante la determinación del campo visual del paciente, concretamente mediante lo que se conoce como campimetría.
No obstante, cuando la campimetría idica afectación quiere decir que yá se ha perdido entre un 30 y un 40 por ciento de las fibras nerviosas. Por eso es importante la detección del problema antes de que se produzca este daño (estadio preperimétrico)
A partir del momento de la detección se hace necesario el seguimiento controlado de la papila óptica, vigilando la tensión, realizando campimetrías frecuentes y aplicando técnicas como la OCT (Tomografía de Coherencia Óptica), que nos aporta datos sobre el espesor de las fibras y la morfología de la papila.
También a la hora de diagnosticar es necesario tener en cuenta el espesor de la córnea, que no es igual en todos los pacientes y que determinará el valor real de las mediciones de tensión que se hagan.
Especial atención ponemos también en el caso de los niños pequeños, en los que se pueden detectar glaucomas congénitos nada más al nacer. Estos niños presentan lo que se denomina megalocórnea, es decir, córneas de tamaño muy superior al habitual. En estos casos, se controla la presión intraocular, se realiza una exploración del fondo de ojo y se mantiene al niño bajo unas condiciones vigiladas para controlar la evolución de la enfermedad.
Tratamiento
La aspiración de todo profesional es realizar un diagnóstico lo más precoz de la enfermedad. Por lo tanto, en caso de que un pacientes tenga antecedentes familiares de glaucoma, lo ideal es que las revisiones se realicen antes de los 40 años. En realidad, todo el mundo debería revisar sus ojos cada uno o dos años de manera rutinaria, estas revisiones rutinarias deben incluir la medición de la presión intraocular, lo que ayuda a diagnosticar el problema con antelación.
La actitud de los pacientes es crucial. Una de las cosas más complicadas suele ser concientizar al paciente de la importancia de ser constante en el tratamiento, dado que aplicando el colirio no se perciben cambios. Sin embargo, para estos enfermos el cumplimiento es la base del tratamiento, máxime cuando prescribimos tratamientos lo más sencillos posible. A pesar de todo, diversos estudios evidencian que entre un 40 y un 50 por ciento de los pacientes no lo aplica correctamente.
Hoy en día no podemos curar, ni siquiera,parar la enfermedad, pero sí ralentizar su evolución. En la actualidad existen tratamientos por vía tópica, colirios realmente eficaces, pero es muy habitual que haya que recurrir a un segundo nivel de tratamiento: láser, cirugía, etc.
Todo un arsenal terapéutico que se va aplicando según vaya evolucionando la enfermedad. Y así decidimos utilizar el láser y los distintos tipos de cirugía que permiten buscar una vía de drenaje para el ojo y reducir de este modo la presión ocular:

Trabeculectomia
Se aplica en personas que presentan un glaucoma de ángulo abierto, cuando éste no evoluciona favorablemente tras un tratamiento con fármacos, existiendo el peligro de deterioro severo de la capacidad visual. Consiste en realizar una perforación en la porción más externa del ojo o esclerótica hasta llegar a un espacio del interior del órgano de la visión que se llama cámara anterior. Por este nuevo conducto creado por la cirugía se consigue que drene hacia el exterior un líquido llamado humor acuoso. El exceso de presión del humor acuoso o la dificultad en su salida, es la principal causa del glaucoma. La perforación se cubre en su parte exterior con un colgajo de la conjuntiva (la membrana transparente que cubre el ojo), de tal forma que el humor acuoso no puede salir a la superficie y se queda bajo la conjuntiva, donde forma una pequeña burbuja en la que se va reabsorbiendo en velocidad adecuada.
Para que los resultados de la intervención sean satisfactorios, es necesario que el nuevo conducto creado se mantenga permeable y que la cantidad de humor acuoso que por él se drena sea la adecuada. Si el nuevo conducto se cierra con el tiempo por cicatrización, la presión intraocular se eleva de nuevo. Por el contrario, si el humor acuso fluye en exceso por la nueva vía, la presión intraocular se reduce en demasía, causando una hipotonía ocular.
Escleroctomía profunda no perforante.
Se trata de una técnica relativamente novedosa que permite intervenir el glaucoma con menor riesgo que la trabeculectomía clásica. Esta técnica de microcirugía permite reducir las cifras de presión intraocular disminuyendo los riesgos de la trabeculectomía. La intervención consiste en crear una vía nueva para reducir la presión intraocular, al igual que la trabeculectomía, pero sin practicar una abertura del globo ocular.

Da excelentes resultados y, al mismo tiempo, minimiza el riesgo de la trabeculectomía convencional, facilitando la recuperación visual y funcional del ojo.
De aplicación reciente, en unos dos o tres años, se ha de considerar una firme alternativa a la intervención de trabeculectomía.